La filosofía para niños busca
fomentar y conservar en los niños y adolescentes
la actitud que tienen en común los filósofos con la infancia: la curiosidad por
todo lo que les rodea y el no dar nada por sentado. La inacabable cadena de
preguntas “¿Y por qué? ¿Y por qué? ¿Y por qué?” que caracteriza una determinada
etapa del desarrollo del niño se convierte en modo de vida para el filósofo, y
esa es la actitud que se busca salvaguardar.
¿Hacer filosofía para niños significa presentarles los
contenidos de la disciplina en miniatura, adaptados a su edad? En absoluto.
Pero entonces, ¿los programas de filosofía para niños no tienen nada que ver
con la disciplina histórica que conocemos de los programas de secundaria y
bachillerato? Sí tienen que ver, por el tipo de problemas que plantean,
tratados tradicionalmente por la filosofía, y las herramientas utilizadas para
ello: el lenguaje, el pensamiento lógico y la reflexión crítica.
De entre los programas de filosofía para niños existentes, destacaremos en las
siguientes entregas el de Matthew Lipman, por ser el método más estructurado y
con mayor implantación en todo el mundo.
El
programa de Lipman responde a esta pregunta desde una disciplina concreta, la
filosofía, que incluye, entrelazado con su contenido específico, estas
habilidades generales. El programa de FpN aspira a enseñar destrezas de
razonamiento, pero, y esto marca la diferencia con otras escuelas pedagógicas,
sin “vaciarlas” de contenido ni segregarlas de su contexto original. Y el lugar
de la filosofía, para la FpN, es la clarificación de los problemas de la vida
democrática. De ahí que se haga énfasis en que “las técnicas cognitivas deben
enseñarse en el contexto humanista de la filosofía; separadas de este contexto,
se convierten en instrumentales y amorales” (Matthew Lipman, 1985), y en que el
programa de FpN no está orientado a mejorar el rendimiento académico de los
estudiantes (aunque este sea un efecto secundario de su aplicación), sino a
formar mejores ciudadanos, conscientes de las implicaciones de la vida
comunitaria en democracia.
Así pues, junto con el desarrollo de las destrezas de
razonamiento, y de modo inseparable, encontramos en el programa los problemas
filosóficos originales, así como las destrezas prácticas que van asociadas al
ejercicio filosófico: el asombro, la empatía, la tolerancia, etc. Todo ello
puesto en escena a través de la pieza clave del programa, la comunidad de
investigación (que desarrollaremos en próximas entregas), cuyo objetivo es
formar personas comprometidas en investigar y pensar por sí mismas. En el
programa de filosofía para niños se aprende e investiga participando en
colectividad, con los demás, lo que no constituye un objetivo secundario sino
fundamental.
Materiales y recursos: las novelas
El éxito del programa de FpN, más allá de sus planteamientos
humanistas y su compromiso con una democracia real, radica en el hecho de que
es de los pocos programas de formación integral que cuenta con un material
concreto y acabado para su puesta en práctica. Uno de los puntos fuertes del
programa es la existencia de un material ampliamente desarrollado, sólido y
bien estructurado, que se extiende a lo largo de toda la edad escolar, desde
los cuatro o cinco años y llegando hasta los dieciséis o diecisiete. El
material está compuesto por una serie de novelas, en las que los protagonistas
son niños y niñas de la misma edad que aquellos a los que van dirigidas, por lo
que se enfrentan a situaciones e inquietudes cercanas a la vida cotidiana del
lector.
En las primeras novelas se enfatiza la importancia de la
comunicación, el pensamiento lógico y las habilidades del lenguaje (Elfie, Kio
y Gus, Pixie y El descubrimiento de Harry), mientras que las dirigidas a los
adolescentes (Lisa y Suki y Mark) ponen el acento en la reflexión ética y los
problemas sociales. De este modo se potencian poco a poco
las capacidades y
destrezas del niño, al mismo tiempo que se le introduce progresivamente, novela
a novela, en discusiones y reflexiones más complejas y más profundas. El
profesor, en este proceso, cuenta con un manual “asociado” en el que encuentra
una guía para llevar a cabo la “investigación filosófica” con sus alumnos. De
este modo se localizan las cuestiones filosóficas subyacentes al texto, y se
conecta la formación filosófica para niños con la tradición filosófica, pues se
señalan problemas que forman parte de la historia del pensamiento, e incluso se
manejan ejemplos propuestos originalmente por sus representantes más
destacados.
La formación del profesorado
Otro punto a favor del programa de FpN es el énfasis en la
formación del profesorado, pues, como señala Félix García Moriyón, uno de los
pioneros del programa en España, “sería incoherente proponer un programa cuyo
objetivo es conseguir que los niños piensen por sí mismos en el seno de una
comunidad de investigación o cuestionamiento, pero que redujera el papel del
profesor al de un mero aplicador técnico del programa”.
En FpN, el profesor recibe el nombre de facilitador,
pues su función es ayudar a los niños a expresar sus ideas, pidiéndoles que las
formulen aportando razones y ejemplos. Es una verdadera inversión del papel
tradicional del profesor, al abandonarse cualquier actitud expositiva para
convertirse en un animador del discurso de los niños: les invita a considerar
un problema desde otra perspectiva o a construir sus ideas a partir de las
aportaciones de los demás, además de llevar a cabo la importante tarea de
traducir lo que los niños están diciendo y ayudarles a que expresen con
claridad y de manera razonada sus ideas. Por tanto, el facilitador no expone
sus propias ideas, sino que ayuda a los niños a construir las suyas propias. Es
por esto que el programa de FpN se apoya de manera fundamental en la formación
del profesorado a través de cursos periódicos, mediante los cuales los
profesores adquieren las directrices básicas y las técnicas fundamentales para
una correcta y provechosa aplicación del mismo.
Este acompañamiento del profesor a través del manual y los
cursos de formación ha sido siempre una prioridad para Lipman, que entiende que
sólo así se puede garantizar la “calidad” filosófica de la enseñanza.
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El programa de Lipman responde a esta pregunta desde una disciplina concreta, la filosofía, que incluye, entrelazado con su contenido específico, estas habilidades generales. El programa de FpN aspira a enseñar destrezas de razonamiento, pero, y esto marca la diferencia con otras escuelas pedagógicas, sin “vaciarlas” de contenido ni segregarlas de su contexto original. Y el lugar de la filosofía, para la FpN, es la clarificación de los problemas de la vida democrática. De ahí que se haga énfasis en que “las técnicas cognitivas deben enseñarse en el contexto humanista de la filosofía; separadas de este contexto, se convierten en instrumentales y amorales” (Matthew Lipman, 1985), y en que el programa de FpN no está orientado a mejorar el rendimiento académico de los estudiantes (aunque este sea un efecto secundario de su aplicación), sino a formar mejores ciudadanos, conscientes de las implicaciones de la vida comunitaria en democracia.
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